Notas de pie de página

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Génesis 1:26

Entonces dijo Dios: 1Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves de los cielos, sobre el ganado, sobre toda la tierra y sobre todo lo que se arrastra sobre la tierra.

261 Hagamos...revela que se celebró un concilio entre los tres de la Deidad con respecto a la creación del hombre. La decisión de crear al hombre fue tomada por el Dios Triuno en la eternidad pasada, lo cual indica que la creación del hombre tiene como fin el cumplimiento del propósito eterno del Dios Triuno (Ef. 3:9-11). La intención de Dios al crear al hombre era llevar a cabo Su economía divina impartiéndose en él (1 Ti. 1:4 y la nota 3, párr. 1). Esto se halla plenamente revelado en los subsiguientes libros de la Biblia.

Éxodo 19:6

Y vosotros me seréis un 1reino de sacerdotes y nación santa. Éstas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.

61 Al permanecer en la presencia de Dios, el pueblo de Dios se convierte en un reino de sacerdotes y en una nación santa (Ap. 1:6; 5:10; 1 P. 2:9). Como sacerdotes, ellos viven en la presencia de Dios, disfrutándole como su porción, al mismo tiempo que Él los disfruta como Su tesoro (v. 5). Este mutuo disfrute entre Dios y Su pueblo hace que éste sea apartado para Dios, separándolo de todo aquello que no es Dios mismo y haciendo de ellos una nación santa.

Zacarías 12:1

La carga de la palabra de Jehová con respecto a Israel. Así declara Jehová, que extiende los cielos, pone los cimientos de la tierra y forma el 1espíritu del hombre dentro de él:

11 En los caps. 12—14 de este libro Cristo es revelado como el Mesías que regresa para ser entronizado en calidad de Rey que regirá no sólo sobre Israel, sino también sobre el mundo entero. Su primera venida, descrita en los caps. 9—11, fue humilde e íntima; Su retorno, descrito en los caps. 12—14, será con poder y autoridad.

Jeremías 15:16

Fueron halladas Tus palabras, y yo las 1comí; / y Tu palabra me fue / por alegría y por gozo de mi corazón, / pues por Tu nombre soy llamado, / oh Jehová, Dios de los ejércitos.

161 Según la totalidad de la revelación contenida en la Santa Biblia, las palabras de Dios son buen alimento para nosotros, y es necesario que las comamos (Sal. 119:103; Mt. 4:4; He. 5:12-14; 1 P. 2:2-3). La palabra de Dios es el suministro divino como alimento que nos nutre. Por medio de la palabra como alimento, Dios imparte Sus riquezas a nuestro ser interior a fin de nutrirnos para que seamos constituidos con Su elemento. Éste es un aspecto crucial de la economía de Dios. Cuando comemos las palabras de Dios, Su palabra se convierte en la alegría y el gozo de nuestro corazón.

1 Corintios 2:9

Antes bien, como está escrito: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le 3aman”.

93 Para comprender las cosas profundas y escondidas que Dios dispuso y preparó para nosotros y también para participar de ellas, no sólo se requiere que creamos en Él, sino que también le amemos. Temer a Dios, adorarle, y creer en Él (es decir, recibirle) no es suficiente; amarlo es el requisito imprescindible. Amar a Dios significa centrar todo nuestro ser —espíritu, alma y cuerpo, junto con nuestro corazón, alma, mente y todas nuestras fuerzas (Mr. 12:30)— totalmente en Él, es decir, dejar que todo nuestro ser sea ocupado por Él y se pierda en Él, de modo que Él llegue a serlo todo para nosotros, y nosotros seamos uno con Él de un modo práctico en nuestra vida diaria. De esta manera tenemos la comunión más cercana y más íntima con Dios, y podemos internarnos en Su corazón y comprender todos sus secretos (Sal. 73:25; 25:14). Así, no sólo comprendemos sino que también experimentamos y disfrutamos las cosas profundas y escondidas de Dios y participamos plenamente de ellas.

Filipenses 4:7

Y la 1paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

71 El resultado de practicar la comunión con Dios en oración es que disfrutamos de la paz de Dios. La paz de Dios es en realidad Dios como paz (v. 9) infundido en nosotros mediante nuestra comunión con Él por medio de la oración; esta paz contrarresta los problemas y es el antídoto para los afanes (Jn. 16:33).

Juan 14:2-3

En la casa de Mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os 2preparo lugar, vengo otra vez, y os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis.

32 La intención del Señor en este capítulo era introducir al hombre en Dios para edificar Su morada. Pero entre el hombre y Dios había muchos obstáculos, tales como el pecado, los pecados, la muerte, el mundo, la carne, el yo, el viejo hombre y Satanás. Para que el Señor pudiera introducir al hombre en Dios, Él tenía que resolver todos estos problemas. Por lo tanto, Él tenía que ir a la cruz para efectuar la redención a fin de abrir el camino y poner una base sobre la cual el hombre pudiera entrar en Dios. Nuestro cimiento en Dios, al ser ensanchado, viene a ser el cimiento del Cuerpo de Cristo. Quien no tenga una base, un lugar en Dios, no tiene lugar en el Cuerpo de Cristo, que es la morada de Dios. Por lo tanto, la ida del Señor para efectuar redención tenía por objeto preparar un lugar en Su Cuerpo para los discípulos.

Juan 3:6

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, 2espíritu es.

62 El primer Espíritu mencionado aquí es el Espíritu divino, el Espíritu Santo de Dios, y el segundo espíritu es el espíritu humano, el espíritu regenerado del hombre. La regeneración se lleva a cabo en el espíritu humano por medio del Espíritu Santo de Dios, con la vida de Dios, la vida eterna e increada. Así que, ser regenerado significa tener la vida eterna y divina (además de la vida humana, la vida natural) como la nueva fuente y el nuevo elemento de una nueva persona.

Lucas 15:3-4

Entonces Él les refirió esta 1parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?

31 Al responder a los fariseos y a los escribas justos en su propia opinión, quienes condenaron al Salvador por comer con los pecadores, el Señor les refirió tres parábolas que revelan y describen la manera en que la Trinidad Divina opera para llevar a los pecadores de regreso al Padre, a través del Hijo por el Espíritu. El Hijo vino en Su humanidad como el Pastor para buscar al pecador, la oveja perdida, y traerle de regreso a casa (vs. 4-7). El Espíritu busca al pecador tal como la mujer busca cuidadosamente la moneda perdida hasta encontrarla (vs. 8-10). Y el Padre recibe al pecador arrepentido que regresa, tal como aquel hombre recibe a su hijo pródigo (vs. 11-32). La Trinidad Divina en Su totalidad valora como un tesoro al pecador y participa en traerlo de nuevo a Sí. Las tres parábolas dan énfasis al amor de la Trinidad Divina más que a la condición caída y el arrepentimiento del pecador penitente. El amor divino se expresa plenamente en el cuidado tierno del Hijo como el buen pastor, en la detallada búsqueda del Espíritu como el amador del tesoro, y en la calurosa acogida del Padre como un padre amoroso.